domingo, 15 de enero de 2012

La gran historia del gatoabuelo

Y de repente, cuando todos disfrutábamos de unas deliciosas sardinitas en una terracita al lado del mar, vi como a mi abuela le salían nada más y nada menos, que bigotes. Sí sí, bigotes y unas orejas puntiagudas desapareciendo esas tan grandes que siempre había tenido mi abuelo. Su color rosado se convirtió en un negro azabache con ligeras manchas blanquecinas. Y sus ojos azules como el mar se volvieron verdes y muy ovalados. Estaba sorprendida, aturdida y asombrada. ¿Sería todo esto un mero sueño? Eran todo demasiado real, al igual que el resto de mi familia. Que por cierto, estaba casi peor que yo, sobre todo mi pobre abuela que de tanto reírse a causa de los nervios, se había desmayado.
Pero entre tanta sorpresa ahí estaba mi abuelo, oye, tan tranquilo el hombre. Devorando un sardinita detrás de otra, y eso que siempre había sido un aficionado a la carne. Y lo más increíble e impactante de todo esta historia, llegó cuando después de engullir toda la bandeja de aquellos pescaditos, el minino se subió a mis piernas y me pidió hablando que le acariciara el lomo. ¿Hablando un gato? Pues sí, pero no era un gato cualquiera sino mi abuela, la persona que me llevaba al colegio en coche por las mañanas.

Así que después de unos cuantos minutos de curiosas transformaciones, decidí abrir y cerrar los ojos unas cuantas veces para ver si era verdad. Porque esto del gato abuelo me estaba volviendo un poco loca.. Me pellizqué fuerte, pero que muy fuerte para ver si realmente todo esto estaba pasando. Y de un grito desperté tumbada en la mesa de la terraza con mi gato Mariano lamiéndome la cara. ¡Ay! Resulta que lo había soñado, y que con tanta sardina y calorcito del sol me había desmayado. Y claro, había confundido a mi abuelo y su voz, con mi gato Mariano de toda la vida. Aunque eso sí, después de esta historia imaginaria tan real, tengo claro claro una cosa. Y es que, de ahora en adelante miraré a todos los gatunos de otra manera. No vaya a ser que alguno me diga cuatro cosas y ¡bien dichas, como si de una persona se tratara!

No hay comentarios:

Publicar un comentario